martes, 18 de agosto de 2020

MARIA SANTÍSIMA, NOS ENSEÑA A SER PERSEVERANTES

 


María es ejemplo de perseverancia porque cumple la Voluntad del Padre desde el principio.  María acepta en su humildad el camino que Dios le propone. Y aunque no entiende en muchos momentos los designios que  tiene que sortear y atravesar, María sigue el camino y persevera.

La concepción de Jesús en María es el efecto y la expresión del amor perseverante de Dios. Es una alianza instaurada por el poder del Espíritu Santo en el amor y la fe.  Misterio en el cual María recibe sin reserva la Palabra eterna del Padre. Ella, anima a la Iglesia en el don de la perseverancia.

 La perseverancia es una gracia tan grande que nos viene de Dios. Esta perseverancia hay que pedirla todos los días para conseguirla. Ciertamente obtendremos la perseverancia, si con confianza la pedimos siempre a María.  Ella enseña a perseverar en la vigilancia de nuestros actos y en la oración para tener la fortaleza espiritual y estar firmes en la fe. 

 Toda persona que tiene y expresa su devoción a María, se siente con esperanza, porque cuenta con su compañía permanente en el camino de su vida.  Ella, es la Madre de Jesús, Razón por la cual ella, nos inspira y apoya para perseverar en el Bien. María nos enseña a creer que siempre se cumplen las promesas del Señor.


 ORACIÓN DE CONFIANZA EN MARÍA

¡Madre piadosa, Virgen sagrada!

Mira a tus pies al infeliz

que, pagando con ingratitudes las gracias de Dios

recibidas por tu medio, te ha traicionado.

Señora, ya sabes que mis miserias,

en vez de quitarme la confianza en ti,

más bien me la acrecientan.

Dame a conocer, María, que eres para mí

la misma que para todos los que te invocan:

rebosante de generosidad y de misericordia.

Me basta con que me mires y de mí te compadezcas.

Si tu corazón de mí se apiada,

no dejará de protegerme.

¿Y qué puedo temer si tú me amparas?

No temo ni a mis pecados,

porque tú remediarás el mal causado;

no temo a los demonios,

porque tú eres más poderosa que todo el infierno;

no temo el rostro de tu Hijo,

justamente contra mí indignado,

porque con una sola palabra tuya se aplaca.

Sólo temo que, por mi culpa,

deje de encomendarme a ti en las tentaciones

y de ese modo me pierda.

Pero esto es lo que te prometo,

quiero siempre recurrir a ti.

Ayúdame a realizarlo.

Mira qué ocasión tan propicia

para satisfacer tus deseos

de salvar a un infeliz como yo.

Madre de Dios, en ti pongo toda mi confianza.

De ti espero la gracia

de llorar como es debido mis pecados

y la gracia de no volver a caer.

Si estoy enfermo,

tú puedes sanarme, médica celestial.

Si mis culpas me han debilitado,

con tu ayuda me haré vigoroso.

María, todo lo espero de ti

porque eres la más poderosa ante Dios. Amén.[1]



CAMINA CON MARIA!!!.

A JESÚS POR MARÍA!!!.


EVANGELIO DE HOY

San Mateo 19, 23-30


SANTO DEL DIA

SANTA ELENA


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