De acuerdo a una antigua tradición, el Apóstol Santiago llegó a la península Ibérica (España) para predicar el Evangelio; allí se le apareció la Virgen María, de pie, encima de un pilar o columna. En aquel encuentro se origina una de las devociones más extendidas y hermosas que hay en la Iglesia católica: la advocación a Nuestra Señora del Pilar, cuya fiesta se celebra hoy, como cada 12 de octubre.
Oh Señor, rico en misericordia ten piedad de nosotros que olvidamos a cada momento tus inefables dones. Ten en cuenta que somos de dura cerviz. Enséñanos a mantener nuestro corazón atento a tus designios y así honremos tu dadivoso amor. Consíguenos del Padre eterno perpetuar tu santo nombre y dar rendido homenaje al triunfo de tu amadísimo hijo en la Cruz de la salvación.
Que el Don de la vida que tú nos has dado permanezca constante en nuestro corazón, para no olvidar que estamos de paso por el mundo, pero que mientras tengamos un aliento de vida podamos prepararnos para la vida eterna que nos espera, siempre y cuando la cultivemos como perla preciosa. No derrochemos nuestro tiempo en banalidades que finalmente corromperán nuestra alma y nos alejarán de la meta que tú nos has trazado con amor, para el encuentro que fue pensado desde el mismo instante en qué tus manos creadoras nos pensaron como tus amados hijos.
Mi mejor momento, es estar a los pies de tu Cruz.
Lucas 11, 27-28
S. FELIX IV, PAPA
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